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jueves, 1 de octubre de 2009

Esperando a Jeroni


Esperar a alguien durante casi una hora puede ser duro. Sobre todo, cuando te encuentras en una lista de espera interminable al mismo tiempo, en medio del meollo de uno de los locales taperos más populares de Barcelona.

Con todo respeto a Samuel Beckett, esto requiere casi el mismo grado de paciencia que su obra "Waiting for Godot". Sólo que, ese día no esperaba al protagonista de su premiada obra, sino a mi amigo Jeroni.

De todas formas, este año de cambio y crisis nos enseña a convertir todo percance en una oportunidad. El otro día puse esta máxima en práctica.

Aproveché el tiempo para algo que mi agenda atareada normalmente no me permite: OBSERVAR. Miré la gente entrando y saliendo, las parejas y familias encontrándose, los ligues en la barra (existosos y no): cincuenta-y-pico minutos de pura antropología urbana.

Y una vez más, llegué a la conclusión de que la Publicidad convencional, tal y como mi generación la ha conocido, está viviendo sus últimos momentos.


Para empezar, cuando observas a personas reales, con necesidades reales, te das cuenta, y de manera sublime, de
la gloria y de la fragilidad del ser humano. Las personas (nuestros targets) "allí fuera", no llegan a esta vida con un service pack, ni abono, de Photoshop que les permita retocar todos aquellos fallos que los hacen únicos.

Parafraseando el famoso spot argentino de Coca-Cola, hay "gordos, flacos, ricos, pobres, feos, guapos, listos y tontos". ¡Cuán realidad tan diferente de los estereotípicos retratos que hacemos desde nuestros rascacielos, mirándoles desde la enésima planta, como si de hormigas si tratase!

Y sin embargo, no son insectos aplastables, aunque los "Maestros del Universo" (sinónimo para muchos Brand Managers Esade-izados que he conocido) los miren así.

Son personas que representan el futuro de nuestros puestos de trabajo, inspiran la innovación de nuestros productos y determinan las tendencias que moldearán el futuro. (Si aún piensas que son tan manipulables, meros títeres en manos como las del "Diablo vestido de Prada"), te reto a que bajes mucho más a la calle. Y que no te sea una entrada terrorífica a tu propia Calle 13 particular...

La Publicidad tradicional está en plena crisis creativa y estratégica, pero no porque se haya dado cuenta de estas verdades. No, no, no... les falta algo mucho más importante. Les falta PASTA. Y esto les consterna.

De repente, "la televisión ya no es lo que era", la inversión británica en Marketing Digital supera la de la caja tonta y los "targets" huyen de los Francotiradores de las Marcas, escondiéndose de sus "campañas" mercenarias dentro de redes sociales. O peor aún: se recrean (por millones) en Mundos Virtuales 3D tipo Habbo Hotel, Second Life o PlayStation® Home.

¿La solución? Respetarles. Buscarles. Escucharles. Como en cualquier tertulia verdadera de amigos, como la que tuve con mi amic catalán Jeroni.

Escuchándole, aprendí mucho. Nos quejamos y nos reímos del capitalismo tonto. Me contaba que el país de Bután ha sido el primero en crear el PIB nacional de la Felicidad (¡sin la ayuda de Coca-Cola!). Y concordamos en que un Kit de Supervivencia
(si existiese) para las empresas actuales sería sin duda el Manifiesto de Cluetrain.

Si es que tienen la paciencia --y el tiempo-- para esperar.
Y aprender.



domingo, 1 de junio de 2008

Be the Change



Creo que el desafío más grande que tenemos como Comunicadores hoy es que nadie nos cree.

La saturación de información que asedia a los receptores de nuestros mensajes obstaculiza la transmisión, claro está. Pero señalo la falta de confianza en lo que contamos –y en quiénes somos- como nuestro reto más preocupante.

Vivimos en tiempos de la palabra inflada. Desgastada. Manoseada. Manipulada. Nuestros copys ya no entran, no dicen lo que pretenden decir. No convencen.

Me acuerdo de una vieja broma que mis amigos rusos me contaron hablando de los dos periódicos líderes en tiempos de la URSS:

En PRAVDA (la Verdad) no hay IZVESTIA (noticias);
y en IZVESTIA no hay PRAVDA.


Inmersos en tanta propaganda, nadie creía nada, ni a nadie. Esta desconfianza vuelve a perjudicarnos hoy. Sobre todo, porque en la Sociedad de la Información tenemos un papel clave que va más allá de la tarea de sólo vender productos. La famosa observación de Ogilvy que apunta que hace falta “hacer sonar la caja registradora” sigue en pie, evidentemente. Pero al mismo tiempo, nuestras ideas creativas pueden mover mucho más. Hasta montañas.

El problema es la incredulidad, el cinismo. Se resume en una odiosa frase repetida con ironía por millones de consumidores resignados: “¡Esto es sólo Marketing!” La frase, para mi, es odiosa porque significa que lo que hacemos tú y yo, día tras día, equivale a la blanca mentira. ¿Y por qué?

Por un lado, por nuestros pecados del pasado y el presente. Se nos ve el plumero. Muchas veces se vende gato por liebre. Por interés te quiero Andrés.

Ejemplo: los “Eco-coches”. Brotan como setas. Convencer a un consumidor de que un verdadero compromiso verde “siempre ha existido” es una ardua tarea.

Sin embargo, no es únicamente el abuso de la comunicación lo que nos resta su confianza. Es más sencillo. En esta “Era 2.0”, lo que cuenta en un mundo interconectado por la Red es la Gran Conversación. La charla continua entre nuestras marcas y sus clientes+amigos. Es pura cuestión de relación. ¿Y cómo empieza una relación?

Entre las personas. El Branding que convencerá hoy es un Branding que surge de forma orgánica desde las personas de una empresa. The Brand Is the People. La Comunicación que convence vendrá de compañías que cuidan a su gente, que construyen una visión compartida genuina (y con fuerza) en la que, de alguna manera, todos participan.

Tristemente, en mi actividad como consultor, a pesar de insistir en dedicar tiempo para escuchar a la plantilla y en conocer mejor al equipo humano, esto suele ser lo que se tacha primero del plan. Es que no hay tiempo. Es que es una campaña muy urgente. Es que… Es que…

Si queremos que las cosas cambien, hemos de ser el cambio. Nuestro mensaje somos nosotros. Pero si no nos conocemos, ni nos cuidamos… ¿qué?


Créditos foto: AlmostJaded, en Flickr.com