viernes, 1 de febrero de 2008

Nuestra memoria somos nosotros

Como sabes, en este pequeño espacio, dedicamos unos momentos a considerar nuestro lado más espiritual, y el de nuestra profesión.

Dicho esto, ¿nos hemos parado alguna vez a pensar en los espíritus que nos precedieron? Me refiero a aquellas personas y profesionales que destinaron sus vidas a explorar a fondo la creatividad... a vivir la Publicidad.

Algunos de ellos se consagraron tanto a sus musas particulares, que sus nombres se han grabado en el olimpo del marketing y de la comunicación. Me refiero, evidentemente, a grandes como Ogilvy, Bernbach, Kotler... nombres internacionales cuyos descubrimientos e insights han cambiado nuestra manera de concebir la Publicidad.

En España, desde luego, contamos con muchas marcas humanas de la misma talla, reconocidas por su protagonismo y dedicación: son personas cuyo espíritu y pasión han regalado a generaciones enteras ideas y creatividades deliciosas: Bassat, Moliné, Rodergas, Garriga, Ocaña además de muchos (y muchas) más. (¡Por “temor sagrado” a mi redactora, esta columna no me da suficiente espacio para nombrarlos a todos!)

Ahora bien, quizás eres consciente de sus logros, pero te preguntas hacia dónde voy con esta reflexión. La respuesta es muy fácil, y esto te lo sugiere un publicista digital – (que además de guiri, “llegó tarde a la fiesta” A.D. 1994 y que aún tiene que hacer los deberes para conocer a fondo la historia de la publicidad española).

Reflexiono sobre este tema como fruto de un acto al que asistí, junto a una joven creativa de mi agencia, a mitades de enero. Fue un acto organizado en la Lonja de Mar de la Cámara de Comercio de Barcelona. Impulsado por el recién fallecido Jordi Garriga, Enric Nebot de la revista Control y con el apoyo de José Guerrero como Presidente de la AEP, nos reunimos para celebrar el 90º aniversario de la publicación en España del primer libro sobre la Publicidad, “La Publicidad Científica”, escrito en 1917 por Pere Prat Gaballí.

En el homenaje a este pionero español (que escribió su obra años antes que el norteamericano Hopkins), predominaban los cabellos plateados. A pesar de anécdotas frescas y fascinantes de Roberto Rodergas y Enric Nebot sobre sus apasionadas carreras, vi muy pocos rostros de la actual generación de publicistas cibernéticos. Perdieron la oportunidad de disfrutar, aprender y celebrar, junto a sus antecesores, lo que tenemos en común (con o sin Internet): un amor compartido por las ideas, las palabras y la creatividad.

Qué gran lástima. Entiendo el “corre corre” de nuestros días, y comparto que hemos de “reducir clics” para llegar a la meta. Pero no a toda costa. No a costa de nuestro patrimonio, nuestra propia memoria.

Es quienes somos hoy, y quienes seremos mañana.