lunes, 1 de septiembre de 2008

Un poema para las familias de JK-5022


La terrible noticia sobre la catástrofe del vuelo accidentado de Spanair me alcanzó durante unas vacaciones muy serenas en Irlanda.

Gracias a las nuevas tecnologías, fue posible informarnos mediante iPhone desde una remota aldea irlandesa. De repente, fragmentos de palabras invadieron la tranquilidad de aquel viernes: tragedia… pérdida… pesadilla.

Pocos días después, ya en casa (sobre)-abundaba la información. El Matrix mediático se puso en plena acción, inundando todos los comedores de España con imágenes desoladoras: el fuselaje carbonizado, el humo y las caras de los familiares, rotas por el dolor.

Fue en uno de aquellos momentos, donde una entrevista cazaba a otra, que sentí profundamente la ausencia de algo imprescindible en tiempos de crisis.

Noté la terrible ausencia de la poesía.

¿Poesía? te oigo pensar… ¡No será precisamente el momento más idóneo para la lectura de poemas! dirán otros. Sin embargo, todavía otros lectores me segundarán. Sabrán hacia dónde voy. Porque junto conmigo habrán notado el silencio y lamentado la ausencia. De palabras llenas de espíritu. Y de esperanza.

Es más que cierto que las palabras de los incansables psicólogos voluntarios regalaron fuerza y aliento a centenares de familiares. Desde aquí les transmito mi respeto y agradecimiento. Esas palabras individuales, llegando acompañadas con abrazos y compasión, sin duda ministraban a los afectados en sus peores momentos de confusión.

Momentos de crisis, momentos de necesidad. En todos ellos, en medio de la oscuridad anhelamos recibir aquella palabra que aportará un toque de ternura, que será capaz de calmar nuestros corazones. Los políticos lo intentan: se compran lo que en mi país llamamos ghostwriters, término que, literalmente traducido (“escritores para fantasmas”) les hará un flaco favor a líderes bien intencionados.

El Matrix en sí, siendo máquina, es incapaz de ofrecernos ningún bálsamo para el alma. La avalancha noticiera brilla en ‘informar’: fría, distante y estoicamente. No pretende cicatrizar ni curar.

La Palabra, . El Poeta, siempre.

El hueco ruido mediático ha cesado, las familias acaban los entierros y vuelven, ahora, a enfrentarse con un silencio deseado y temido a la vez. Siendo amante de la Palabra, les ofrezco desde este espacio el consuelo de los poetas, un suave susurro para sus mentes y esperanza para sus corazones. Termino con estas sencillas, mágicas y emotivas líneas de Pablo Neruda (Consolatio.com), mandándoselas con un beso…


Quiero que vivas mientras yo, dormido, te espero,
quiero que tus oídos sigan oyendo el viento,
que huelas el aroma del mar que amamos juntos
y que sigas pisando la arena que pisamos.

Quiero que lo que amo siga vivo
y a ti te amé y canté sobre todas las cosas,
por eso sigue tú floreciendo, florida,

para que alcances todo lo que mi amor te ordena,
para que se pasee mi sombra por tu pelo,
para que así conozcan la razón de mi canto.


Ver también: Para los familiares, más que palabras

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